lunes, 23 de septiembre de 2013

¡Oh incómoda Democracia!

Por: Juan Pablo Gutiérrez Alzate - @elmiquitojpg


La Democracia es, sin lugar a dudas, la menos mala de las formas de gobierno que hemos logrado consolidar, y hasta que no encontremos una mejor, considero un deber civil y ciudadano el promoverla y procurar su implantación universal.

La tarea en Colombia, en especial después de la expedición de la Constitución de 1991, sigue en construcción, y cuenta con férreos defensores y ubérrimos detractores.

La conformación de la lista del Puro Centro Democrático, con Álvaro Uribe Vélez, expresidente, a su pesar, de la República, es un riesgo grave para la Democracia en ciernes de Colombia. Y el peligro no radica en los serios cuestionamientos que frente a la mayoría de sus miembros puedan presentarse, sino frente al hecho que, por tratarse de una lista cerrada, el arrastre, muy seguro aunque inexplicable, que tiene Álvaro Uribe, puede consolidar una fuerza cercana al 20% del Congreso, con la que, según ellos, pretende, por la vía del Legislativo, arreglar el país que ha perdido el rumbo que trazara el entonces presidente, en manos del retrechero y ungido, exministro estrella, Juan Manuel Santos.

Si la meta de esta nueva fuerza parlamentaria es la de concretar el trabajo inconcluso y obstruido por la mezquindad santista comenzado por Álvaro Uribe, cabría preguntarse de qué sirvió el costoso cambio en “el articulito”, si dos períodos no fueron suficientes para consolidar la Seguridad Democrática, la Confianza Inversionista y la Cohesión Social, ejes de la plataforma Uribista y causa del constante reproche del entonces presidente frente al hoy mandatario.

El peligro entonces se cierne en el Legislativo, no por la posible concurrencia de una fuerza política de ultraderecha, con amplio poder decisorio, a la cual deberá enfrentarse o plegarse el Presidente que suceda a Juan Manuel Santos, o él mismo, sino la presencia de un conglomerado al cual la Democracia se le hace un obstáculo tan repulsivo.

Todavía recuerdo el desagrado del rostro de Álvaro Uribe cuando tuvo que escuchar de la voz de quien otrora fuera su Secretario Jurídico, Mauricio González Cuervo, revestido como Presidente de la Corte Constitucional, que esta corporación ponía freno de una vez, y por todas, a su aspiración de reelegirse indefinidamente, a imagen y semejanza de su fiel contradictor, Hugo Chávez Frías, alma bendita, al que también la Democracia le resultaba bastante incómoda.


Al menos 20 Congresistas liderados por Uribe, fácilmente podrían presentar una nueva propuesta de Reforma Constitucional, convocar a una Asamblea Constituyente, o inventar cualquier ardid jurídico, para lo cual están altamente calificados, que le permita a su mesías mancillar por tercera e indefinida vez el manoseado solio del libertador.

Por ello no disimulo mi alegría al darme cuenta, que, como las harpías que son, los estandartes del Puro Centro, se empiezan a despedazar ante el primer impase que su aspiración encuentra, como lo están haciendo Óscar Iván Zuluaga y José Felix Lafourie contra José Obdulio Gaviria, a quienes muchos le endilgan la circunstancial responsabilidad de ser primo de Pablo Emilio Escobar Gaviria, como si uno fuera culpable de la familia que tiene, y en especial, como si sus actuaciones como Consejero Presidencial no fueran suficientes para tachar su nombre hasta de un Baby Shower.


Ojalá terminen por despedazarse, y con ellos, se hunda la candidatura del otro Santos que Uribe, con su conocida terquedad, quiere instalar en la Casa de Nariño.