lunes, 5 de junio de 2017

Lo que Yo creo


Por: Juan Pablo Gutiérrez-Alzate - @elmiquitojpg

He contemplado la posibilidad de participar en política, como candidato. Sin embargo, mi Yo de junio de 2017 no se siente representado por las plataformas de los Partidos Políticos vigentes, y mis posiciones, variadas y heterodoxas, no se pueden encasillar en ninguna escuela en particular.

Me dispongo entonces a plantear los linderos que delimitan mi pensamiento, con el riesgo que si en algún momento efectivamente decidiera “poner mi nombre a consideración del electorado”, estas palabras puedan ser usadas en mi contra, como evidencia irrebatible de mi falta de coherencia y de virtudes para ejercer el cargo al que me postulare, o no.

Es así como pretendo manifestarme sobre los siguientes puntos: Economía, Libertades Individuales, Participación Ciudadana, Libertad Religiosa, Aborto, Pena de Muerte, Familia y Trabajo.

Soy Católico, Apostólico y Romano, rezo el rosario todos los días vía telefónica con mi mamá, voy a Misa con la mayor frecuencia que pueda, creo en consecuencia, que la Libertad Religiosa es un Derecho Fundamental, para todos sin distinción de en qué creen las personas, y no creo que por nuestra posición mayoritaria dentro de la población nacional, podamos imponer nuestras creencias u obtener mayor preponderancia que la actual. Creo que la Iglesia no debería participar en política electoral ni partidista, lo que no significa que no pueda alzar su portentosa voz frente a las diferentes realidades políticas y sociales. Los Laicos, entre los que me incluyo, en cambio sí estamos llamados a participar de elecciones, de partidos, de centros de opinión, como un medio de santificación personal y del mundo, en la vida ordinaria, y como manifestación del cumplimiento de nuestros deberes sociales y políticos.  

Creo en el Libre Comercio, pero libre – libre. Libre de las componendas de los comerciantes en desmedro de los derechos de los consumidores. Libre de las barreras que hacen más oneroso el acceso a bienes y servicios, y libre de la avaricia que causa que los productores busquen el mayor beneficio desconociendo las condiciones laborales de sus empleados. Una economía que, con la vigilancia permanente del Estado, permita la armonización entre el bienestar, el lucro y la sustentabilidad de la producción para no destruir el planeta en el proceso. También creo en la economía colaborativa, en el cooperativismo, en la unión de las comunidades para proveerse de recursos y ofrecerlos en condiciones de sostenibilidad y sustentabilidad.

Creo en el ejercicio de la ciudadanía activa. Con hombres y mujeres conocedores de sus derechos, activos en los asuntos comunitarios, respetuosos de los demás, exigentes con sus mandatarios, responsables y coherentes con sus votos. Que no son temerosos de salir a las calles a exigir sus derechos, pero que igualmente, son responsables a la hora de cumplir sus deberes. Creo en la Libertad Individual como un pilar inamovible de la Democracia y creo en la Democracia mucho más allá de las elecciones, conformada por la Libertad de Opinión y de Prensa, la Justicia Pronta, la Seguridad Social y Material, la Propiedad Privada con responsabilidad social.  Creo en la Libertad como la opción que tenemos de inclinarnos por hacer el bien.

Creo en la resocialización, en la reintegración, por lo cual no creo que en ningún caso las penas deban ser excesivamente largas, muchísimo menos perpetuas, y absolutamente no de muerte. Nadie puede disponer de la vida de otro. Nadie.

Como Abogado, soy consciente de la importancia que tienen las decisiones de las Altas Cortes, particularmente, aquellas proferidas en el caso de Colombia por la Corte Constitucional, que es el tribunal de defensa y robustecimiento de la Constitución. Sus decisiones en firme, tienen la misma fuerza de la Ley y son de obligatorio cumplimiento para todos. Pero acudiendo a lo que dijera Marthin Luther King, me siento moralmente obligado a rechazar una decisión de esa corte y es la relativa al Aborto. Reconozco la libre determinación de la mujer sobre su cuerpo, y sus implicaciones, pero en este caso estoy íntimamente convencido que el Aborto no se efectúa sobre el cuerpo de la mujer, sino sobre la humanidad inerme de un ser, cuya dignidad no radica en su tamaño y autonomía, sino en su propia humanidad, constituida desde el momento mismo de la fecundación. Creo que una vez cometida esta atrocidad, el abuso, el maltrato, la enfermedad, y los demás males que supuestamente busca prevenir, siguen impávidos y sin una solución de fondo.  

Creo en la Familia como pilar de la sociedad. Reconozco en la Familia Tradicional, conformada por Papá, Mamá e Hijos un modelo excelente, pero eso sí, no exclusivo. Yo mismo provengo de un Matriarcado encabezado por mi abuela, mi aguerrida madre soltera y sus dos sobrinas. También somos Familia, y Familia Cristiana. Así como también lo son aquellas otras modalidades en las que el amor, la cooperación y el respeto mutuos son la constante, sin importar su conformación.

Creo en la educación como motor de transformación y movilidad social. Como Derecho Fundamental, universal, de calidad, que muestre a los estudiantes el universo en toda su magnitud, y no un unívoco camino hacia una única realidad, en la que en condiciones dignas los niños, niñas y jóvenes, reciban formación para el desarrollo humano y habilidades para su vida, acompañados por maestros que con unas condiciones laborales particularmente buenas, hagan de la docencia una vocación impulsada por el Amor.

Y finalmente, creo en el Trabajo, como medio idóneo de autorrealización, en condiciones justas, bien remunerado, con acceso a la Seguridad Social, en jornadas que no ocasionen el abandono de otros intereses y el descuido de la familia. Un trabajo que permita al trabajador valerse por sí mismo y apoyar a los suyos, digno y estable, que permita la potencialización del hombre, el aprovechamiento racional de la creación y la materialización de los derechos que a él son conexos. Un trabajo en el que cada uno reciba exactamente el valor del esfuerzo imprimido, sin distinciones espurias o discriminatorias, y en el que con igualdad de oportunidades, todos sean tratados conforme a sus capacidades.

Pero en últimas, lo que yo creo no importaría, sino estuviera dispuesto a luchar porque se hiciera realidad, y lo estoy. 

miércoles, 5 de abril de 2017

Palacio no aceptó su delito, pero sí la Competencia de la JEP

Por: Juan Pablo Gutiérrez-Alzate - @elmiquitojpg

Al parecer sin leer en su totalidad el documento, el Secretario General Encargado de la Justicia Especial para la Paz (JEP), Néstor Raúl Correa, inundó los medios de comunicación con una información escandalosa: Diego Palacio, exministro de Uribe, solicita ingresar a este sistema punitivo especial, y para ello acepta la comisión del delito de cohecho, que permitió que Uribe pudiera incluir su nombre como candidato en las elecciones presidenciales de 2006.

En el documento de Palacio, presentado ante Correa a modo de Derecho de Petición, aquel hace un detallado recuento de las circunstancias que llevaron a su condena por parte de la Corte Suprema de Justicia y que hoy lo tiene privado de su libertad. Efectivamente en su comunicación el exministro reconoce su estado actual y acepta la condena como un hecho indiscutible, pues por su condición de aforado, no existe una segunda instancia que la revise.

Pero la comunicación de Palacio no dice, como afirmó Correa, que aceptaba la comisión de ese delito y en razón de ello, se acogía a las condiciones de la JEP para obtener una “libertad transitoria, condicionada y anticipada”. No es pues la bomba mediática que se pretendió y en la que cayeron todos los medios nacionales y varios internacionales, y los incautos que les seguimos creyendo. El exministro insiste en su inocencia, sin embargo, reconoce no tener más medios procesales para demostrarla.

Patinó el Secretario Encargado, y con él, la entrada en escena de la JEP. Le dio la oportunidad al Senador Uribe de salir trino en ristre contra el tribunal para la Paz, no sin argumentos, y dio un golpe a la credibilidad de dicho organismo, que como sabemos, es uno de los pilares para la terminación del conflicto con las FARC.

Para justificar su ingreso a este esquema de responsabilidad especial, Palacio aduce que el delito por el que fue condenado se relaciona con el conflicto armado en la medida que permitió dar continuidad al gobierno de Álvaro Uribe Vélez y con él a su política de Seguridad Democrática, especialmente recia contra las FARC. 

Pero entre las líneas del escrito de Palacio hay mucho más de lo que está escrito.

Se plantea una hipótesis que da lugar al debate. Si bien, como ya se señaló, el exministro no acepta haber cometido el delito que lo tiene privado de su libertad, sí reconoce que dicha conducta estaría relacionada con el Conflicto Armado, y se acoge a su entonces condición de Servidor Público.

¿Podría reconocerse que esa condena, que él insiste en rechazar, puede ser el puente que lo saque de la Justicia Ordinaria a la Especial para la Paz y lo lleve una “libertad transitoria, condicionada y anticipada”? Eso deberá definirlo precisamente el tribunal que está por constituirse.

Pero lo más revelador de la comunicación es que un alfil del Uribismo, que marchó el pasado 01 de abril aduciendo una pretendida condición de Perseguido Político en razón de la cual acusa a la Corte Suprema de Justicia de “Politizada y Prevaricadora”, sea precisamente el primero de los cuales en dar un reconocimiento formal a la Justicia Especial para la Paz, que sus copartidarios se han encargado de vapulear, tildando de ilegítima.



Es esta solicitud radica el reconocimiento que la JEP, y en especial los actos que le dieron vida: El Acuerdo de Bogotá, la Refrendación por la Parte del Congreso y la Ley 1820 de Amnistía, Indulto y Tratamiento Penal Especial, así como un reconocimiento anticipado a la Ley Estatutaria de la JEP que deberá expedirse muy pronto.

Palacio con esta solicitud se ha ido contracorriente de sus copartidarios, que desconocen todos esos actos, y que denigran día a día de un “acuerdo con el que se le entregó el país a las FARC”, mientras que su cofrade, por otro lado, lo ve como una luz al final del túnel en el que se vio sumido, porque, como lo afirmó la Corte Suprema de Justicia en la sentencia que lo condenó, actuó de manera contraria a Derecho, en desmedro del ordenamiento constitucional y con el propósito de beneficiar a una única persona, y esto, es Verdad Procesal.