Por: Juan Pablo Gutiérrez Alzate - @elmiquitojpg
En principio, concebí toda la situación de la muy
probable reelección del Procurador, Dr. Alejandro Ordóñez Maldonado, como un
asunto de flagrante violación a la Libertad Religiosa a que, como ciudadano,
tiene derecho. Me sentí ofendido por esto, al percibir esta discriminación,
entre otras, porque comparto con el Procurador ciertas posiciones sobre las
cuales han recaído la mayor cantidad de críticas a su gestión.
Con el Procurador me une el rechazo al Aborto como
Derecho, al que considero, apartándome de la Doctrina Constitucional, más bien
una atrocidad de proporciones inenarrables. Compartimos, en términos generales,
el mismo credo, con la salvedad de que él milita en una disidencia, que desconoce
el Magisterio oriundo y posterior al Concilio Vaticano II, y que entre sus
fieles tiene quienes rechazan o minimizan el Holocausto Judío[1],
y que hoy se encuentra separada oficialmente del Cuerpo de la Iglesia Católica
Romana.
Vi, al comienzo de su gestión, una determinación
por combatir los males de la Corrupción y el Clientelismo, que campean impávidos
en el campo de la Administración Pública en todas sus vertientes. Me alegró que
sus convicciones religiosas, fueran motor de sus determinaciones como coto a
estos males que tanto daño han causado a nuestra nación.
Fue con ese panorama que analicé la situación por
primera vez. Llegué a afirmar que Colombia criticaba la Coherencia de Vida con
la que el Señor Procurador ejercía su función pública, y pensé en que ahora los
creyentes éramos las víctimas de una segregación espuria e inmerecida.
No obstante lo anterior, veo con tristeza que las
circunstancias han cambiado ostensiblemente. El recio, serio y vehemente
procurador[2],
ha defraudado sus convicciones en busca de su reelección (Al parece no
aprendemos de nuestros errores, ni siquiera los más recientes). Por esta causa
ha claudicado a los vicios del clientelismo, se ha unido al odioso grupo de los
marrulleros y politiqueros (Si no es que siempre lo había sido), buscando
beneficiar, directa o indirectamente a aquellas personas que inciden en su
postulación en la Terna, que por ahora es una Terna de Uno, y en aquellos que
toman la decisión de su nominación como su propio sucesor.
¿Habrá que recordarle al Señor Procurador que el “Fin
no justifica los medios”, como lo afirma categóricamente el Catecismo de
Nuestra Iglesia?
¿Habrá que enviarle una copia de la Epístola de
Santiago, en la que él apóstol nos recuerda que de nada sirve nuestra Fe sin
obras?, ¿De qué sirve creer, si aún así actuamos mal, Señor Procurador?, ¿Tan
pronto olvidó la segunda lectura de la Santa Misa de ayer (16/09/2012)?
[1]
Para mayor información ver “Hermandad Sacerdotal San Pío X” o “Lefvrianos”: http://es.wikipedia.org/wiki/Hermandad_Sacerdotal_San_Pío_X
y artículos relacionados.
[2]
De su faceta como Magistrado, por carecer de notoriedad pública no tengo mayor
conocimiento, ni recuerdo haber estudiando durante mi época de pregrado,
jurisprudencia alguna de su pluma.