jueves, 31 de mayo de 2018

Mi Voto es por la Democracia


Por: Juan Pablo Gutiérrez-Alzate (@elmiquitojpg)

Mis respetos para todos los que optamos en primera vuelta por cualquiera de todas las opciones que había. La primera vuelta de esta elección fue una de las pocas en muchísimos años en Colombia, en la que verdaderamente teníamos la opción de escoger, y creo que mayoritariamente así lo hicimos.

Unos optamos por la opción que resultó en un fracaso estrepitoso, como ocurrió con Humberto De La Calle, otros con un triunfo en primera vuelta reflejado en casi un 40% del electorado, y otros tantos millones por opciones alternativas como la que representa Sergio Fajardo, y el segundo en la elección, Gustavo Petro.

¿Para qué mencionar a Vargas Lleras, candidato del continuismo de todo lo malo del Gobierno de Santos, y enemigo de todo lo bueno?

Pero en resumen, el resultado fue que la definitiva se dará entre Iván Duque Márquez y Gustavo Francisco Petro Urrego. Cada uno representa, al parecer, una Colombia distinta y cado uno tiene sus propios lastres.

Al otro día de la elección ya se cocinaban las adhesiones de los perdedores a los ganadores. Vargas Lleras se colgó al Uribismo inmediatamente, entregó su programa de Gobierno para que no pareciera una repartija burocrática, sino un “Acuerdo Programático”. Por su parte, sin asco de ninguna clase, el expresidente Gaviria hizo lo propio, y plegó el agónico Partido Liberal a las migajas que el Partido del que despotricó sin ambages quiera arrojarle, ahora que otra vez él y el expresidente Uribe son mejores amigos.

El escenario, ya lo dijimos, es el enfrentamiento entre dos Colombias distintas.

Para abordar la decisión a tomar, es necesario entrar a aclarar que la Democracia, en su concepción más amplia, trasciende la realización ininterrumpida de elecciones. Ese es desde luego un pilar fundamental, garantiza la alternancia en los poderes, y es evidentemente imprescindible.

Pero la Democracia va mucho más allá. Requiere la existencia de instituciones sólidas, transparentes, empeñadas en la consolidación del Estado Social de Derecho, que fue fundado como un “acuerdo sobre lo fundamental” en una época oscura de nuestra nación y que ha tenido profundos efectos en la sociedad.

Especialmente la Democracia requiere que las Ramas del Poder Público, dentro de un esquema de pesos y contrapesos, sirvan para controlarse unas a otras y garantizar que, dentro del marco jurídico establecido, todas cumplan su deber sin extralimitarse.

El acceso de una sola colectividad a todo el Poder pone en flagrante desequilibrio los pilares de la Democracia, pues no permite que las mismas ejerzan los pesos y contrapesos que les corresponde.

Es por lo anterior que considero que para la segunda vuelta, la única opción que garantiza la materialización de la Democracia es la que enarbola Gustavo Petro, y no propiamente porque él sea un denodado demócrata, sino precisamente por el sistema de pesos y contrapesos.

La elección de Iván Duque, quien propuso al Senador Uribe como Presidente del Congreso, es decir como cabeza del Legislativo (https://www.lafm.com.co/politica/ivan-duque-propone-uribe-como-primer-presidente-del-nuevo-congreso) y cuyo partido planea presentar una propuesta de reforma constitucional que modifique sustancialmente la Rama Judicial (https://www.elespectador.com/noticias/politica/esta-es-la-reforma-la-justicia-que-quiere-el-centro-democratico-articulo-791455), garantiza la univocidad de criterios en las diferentes Ramas del Poder Público en Colombia y permite la eliminación de todos límites que se pueden imponer recíprocamente.

Con un Congreso compuesto mayoritariamente por una coalición afecta al ejecutivo, el trámite del cambio de cualquier reforma sería expedito, y con una NeoCorte todopoderosa, y no sujeta al antecedente jurisprudencial de sus antecesoras, se pueden adoptar nuevas decisiones que se adapten a las necesidades del gobierno y sus compañeros del legislativo. Las consecuencias podrían ser desastrosas.

Ya sé que estoy apelando al miedo para validar mi argumento.

Es verdad, apelo al miedo, pero es un miedo fundado. Y lo es porque ya hemos visto como gobierna la colectividad de la que hace parte el candidato aventajado en esta primera vuelta, ya sabemos como está fundado su partido, que desde sus orígenes es una oda a la personalidad (Ver Estatutos del Centro Democrático: https://es.scribd.com/document/349528380/Estatuto-Del-Partido-Centro-Democratico-Vigente-2017) y ya sabemos que aquello de los pesos y contrapesos no son los componentes favoritos del esquema del Estado vigente.   

Elegir a Iván Duque es renunciar a estos componentes de la Democracia, a la independencia de las Cortes, a las aspiraciones del Estado Social de Derecho. Entronizar nuevamente al Uribismo en el Poder es dar un salto al pasado, y considero que quienes han optado por marginarse de la elección o por acudir al voto en blanco, flaco favor le están haciendo a la Democracia, pues cada apoyo que se le resta a Gustavo Petro, es sin dudas una ratificación del inminente triunfo de Iván Duque, y me perdonarán mis amigos que se hayan decantado por estas opciones.

En el otro lado está Gustavo Petro, que puede que, en gracia de discusión, no sea ni un aventajado demócrata, ni un destacado ejecutor, pero con certeza será un presidente que deberá someterse al imperio de la Ley, a las decisiones de las Cortes, al control del Legislativo y al permanente escrutinio por parte de la ciudadanía (entre la que me incluyo) y los diversos organismos de control.


Podemos optar por asistir al regreso del poder del Uribismo, con los riesgos ya señalados, o apoyar una candidatura, que si bien no satisface los gustos de todos (entre los cuales me incluyo), no pone en riesgo los pilares de la Democracia, y puede resultar estimulante para la consolidación de una Sociedad Civil preocupada por el desempeño de las funciones del Estado y comprometida con su vigilancia y control.

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