Padre Nuestro que estás en la tierra,
desvelado por nuestros desvelos,
hoy tu nombre nos sabe a Justicia,
nos sabe a Esperanza y Gloria a tu Reino.
Padre Nuestro que estás en la calle,
entre el tráfico, el ruido y los
nervios,
que se cumpla, Señor, tu Palabra,
lo mismo en la Tierra que arriba en el
Cielo.
PADRE NUESTRO, PADRE NUESTRO,
NO ERES UN DIOS QUE TE QUEDAS
ALEGREMENTE EN TU CIELO.
TÚ ALIENTAS A LOS QUE LUCHAN
PARA QUE LLEGUE TU REINO.
Padre Nuestro que sudas a diario
en la piel del que arranca el sustento,
que a ninguno nos falte el trabajo,
que el pan es más pan
cuando ha habido esfuerzo.
Padre Nuestro, que no guardas nunca,
contra nadie, venganza o desprecio,
que te olvidas de ofensas y agravios
y pides que todos también perdonemos.
Amén
Esta es una oración que conocí hace dos años y de la cual me acordé hoy, difiere de la que el mismo Jesús nos enseñó, pero no se contrapone con ella, porque es un modo de ratificar lo que Él mismo nos enseñó: Dios es Amor, tanto que nos donó a su hijo único para la remisión de nuestros pecados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario