jueves, 8 de enero de 2015

¡¿Oh qué será, qué será?!

Por: Juan Pablo Gutiérrez Alzate - @elmiquitojpg


Yo creo en muchas cosas que no he visto, y ustedes también, lo sé.
No se puede negar la existencia de algo palpado por más etéreo que sea.
No hace falta exhibir una prueba de decencia de aquello que es tan verdadero.
El único gesto es creer o no.
Algunas veces hasta creer llorando.
Se trata de un tema incompleto porque le falta respuesta;
respuesta que alguno de ustedes, quizás, le pueda dar

Willy Colón

2015 comienza en unas circunstancias que son una grave amenaza para nuestra Democracia.

Creo convenir en que estamos convencidos que una verdadera Democracia es mucho más que la parafernalia electoral, muchas veces asquerosa, y que las instituciones que conforman la República son pilares sobre los que se erigen verdaderas condiciones que lleven al Bienestar General y a la Paz justa y perdurable.

Por ello, las actuales condiciones en las que se encuentran varias de esas instituciones son realmente preocupantes y lamentables y ponen en riesgo la viabilidad de nuestro Estado y la cohesión de nuestra República.

La primera es la Justicia, después de un paro que supera los 90 días, cocinado al calor de los incumplimientos del ejecutivo respecto de los compromisos adquiridos en virtud del paro anterior, y aupado por no pocos oportunistas que aprovechan el río revuelto para pescar prebendas injustas o desproporcionadas respecto de los demás Servidores Públicos, adicionales a las ya pactadas.

El Derecho a la Protesta es Legítimo, Fundamental, Trasversal a la Democracia, es justo que dichos funcionarios sigan percibiendo su salario y que se respete su integridad y autonomía en el ejercicio de dicho Derecho. No obstante, es evidente que la suspensión del Servicio de Administración de Justicia genera traumatismos a todo nivel: Desde los mismos funcionarios quienes se enfrentan unos con otros dentro de las divisiones naturales de un movimiento de esta índole, hasta los ciudadanos de a pie, que escuchan en las noticias que los juzgados están cerrados y se imaginan el escenario dantesco de las calles llenas de los delincuentes que no pueden ser judicializados; escenarios que ya se han dado en varias ciudades donde las Unidades de Reacción Inmediata de la Fiscalía están a reventar y así lo hicieron. Esta situación, con el respectivo y convenenciero eco de los medios, logra crear en la ciudadanía una idea errónea de la Justicia, la ven antitécnica, inoportuna, mediocre, en otras palabras injusta. Poco puede esperarse de una sociedad que no confía en que sus jueces actúen con justicia.

El segundo es el órgano de control fiscal, la Contraloría General de la República, ente responsable, entre otras, de evaluar, auditar y hacer seguimiento a la ejecución fiscal de los órganos del Estado. En otras palabras, el responsable de verificar que la plata de la Nación se gaste en lo que estaba presupuestado, como estaba presupuestado y para lo que estaba presupuestado. Semejante función le corresponde a una entidad que actualmente se encuentra inmersa en un encendido debate por la administración y destinación de los recursos correspondientes al arrendamiento de la hoy antigua sede de la entidad, en el Centro Comercial Gran Estación ubicada al Occidente de la capital. La excontralora, Sandra Morelli, está siendo procesada por la presunta comisión de diversos delitos por la celebración de un contrato bastante desventajoso por la entidad, que debido a sus condiciones se dio por terminado el 31 de diciembre pasado, y que dejó sin lugar de trabajo a varios cientos de empleados, y sin locación física a los servidores tecnológicos que dan soporte a su página web mediante la cual la Contraloría expedía de manera gratuita e inmediata el Certificado de Antecedentes Fiscales de todos las personas naturales y jurídicas, en particular las que deben ser contratadas por el Estado. Debido a esta vergonzosa situación, estamos ad portas de una parálisis contractual estatal, ya que este es un requisito de Ley para la celebración de contratos públicos, mediante los cuales el Estado presta sus servicios, entre otros -y de manera especial por estar yo ejecutando uno de estos- por medio de Colaboradores vinculados a la administración por medio de órdenes de servicio. 

El tercero es la cabeza del Ministerio Público, la Procuraduría General de la Nación que desde hace más o menos seis años se encuentra convertida en una institución ideologizada, de extrema derecha, enemiga de todo aquello que suene a izquierda, centro o cualquier tendencia similar. Desde las toldas de la Procuraduría se han gestado importantes decisiones, como la destitución del Alcalde Mayor de Bogotá, por la implementación de un modelo tildado de ilegal, que posteriormente fue elogiado por diversos estamentos internacionales y que, como recientemente se ha dado a conocer, fue objeto de saboteo por parte de los agentes privados que hasta entonces se lucraban ese negocio. Detrás de las decisiones del Procurador y su séquito, se encuentra una evidente persecución contra colectivos de Derechos Humanos, la comunidad LGBT, líderes de Izquierda, con un ropaje de un catolicismo vetusto y anteconciliar, contrario a la Doctrina oriunda del Concilio Vaticano II, y cismático, dada su membresía al Movimiento fundado por Monseñor Marcel Lefbvre, la Sociedad de San Pío X, hoy excluido del Seno de la Iglesia Católica. La procuraduría es hoy una trinchera ideológica, usada como medio de guerra en contra de todo aquello que suene a diferencia. Atrás quedaron los valientes fallos del entonces neoprocurador en el que repartió rejo, literalmente, a diestra y siniestra.

Y no podemos olvidar un pilar de las Democracias Modernas: La Oposición. En muchos países, el candidato derrotado conforma lo que se conoce como un Gabinete en la Sombra, que se dedica a hacer seguimiento y control a las acciones del Gobierno elegido, critica y aporta, es una manera de construir una visión colectiva de la sociedad, sin excluir las visiones minoritarias o derrotadas en las urnas. El artículo 112 de nuestra Constitución Política expresa que los partidos no gobiernistas podrán ejercer libremente la función crítica frente a éste, y plantear y desarrollar alternativas políticas. Igualmente expresa el mandato de la expedición de una Ley Estatutaria que reglamentará la materia.

Han pasado 24 años de la expedición de nuestra constitución y el Estatuto de la Oposición no ha visto la luz y no se espera que la vea. Enhorabuena podríamos decir hoy, porque quien en la actualidad enarbola las banderas de la oposición al gobierno, es nada menos que quien consiguió en primera instancia que el hoy Presidente llegara a serlo. Álvaro Uribe Vélez, expresidente de la República se alzó en contra del gobierno que él mismo ayudó a elegir y al que tilda de traidor. Con evidentes desvaríos mesiánicos y de ausencia de poder, Uribe y sus áulicos se han dedicado de manera oportunista a criticar cuanta acción efectúa el Gobierno.

Que si hay conflicto armado, palo. Que si hay acercamientos con las FARC, palo. Que si se negocian TLC’s, palo. Que si se mejoran las relaciones diplomáticas, palo. En fin, Santos dice blanco y Uribe negro, en una carrera que termina por ridiculizar su estatus y prestigio y diezma la herencia que dice haber dejado. Es una oposición mentirosa, oportunista, marrullera, conspiracionista y conspiranoica, amarillista, vulgar, insultante, pero firme, organizada y disciplinada, que baila al son le toque el Mesías Rural que tiene por Fundador y Profeta.

Sin embargo, en el fondo es lo mismo. Un modelo económico neoliberal, la misma tendencia de derecha (aunque exacerbada), los mismos medios corruptos y corruptores, el desmedro ambiental y el desprecio por las minorías. La única diferencia de fondo es sobre el tema del fin del Conflicto Armado, aunque su motivación corresponde al pánico que tiene Uribe de dejar de parecer ser “…el Dictador que este país necesita”, como dijera de él Jaime Garzón.  

Yo creo en la Democracia así no la haya visto, y ustedes también, lo sé...

Ojalá 2015 sea el año de reencausamiento de la institucionalidad de nuestro país.  

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