Por: Juan Pablo Gutiérrez-Alzate @elmiquitojpg
Pocas veces en mi vida había sentido tanta
desolación, no era tristeza, no era rabia, era simplemente el sentimiento del
desamparo absoluto. Estaba en el Museo Conmemorativo de los Bombardeos Atómicos
de Hiroshima, el pasado Agosto de 2015.
En ese escenario reina la sobriedad y la dignidad,
ningún elemento sobra, ni ninguno hace falta para proyectar en los visitantes
el horror de la destrucción sin incurrir en morbo innecesario, y al mismo tiempo
para acrecentar la esperanza de que un futuro mejor es posible.
No sale de ese sitio la misma persona que entra. El
mínimo de conciencia sobre la humanidad que alguien tenga queda removido por
ese montaje que conmueve el alma. Si a ello le sumamos las lecturas alusivas
que realizaron algunos hijos de víctimas de ese holocausto, y las reflexiones
que en torno a ella hicieran jóvenes de todas las naciones, participantes del
Jamboree Scout Mundial, la consecuencia natural era la consolidación de una
convicción personal en pro de la paz.
Hoy nos despertamos con la noticia que Corea del Norte efectuó pruebas con una Bomba de Hidrógeno, que según
informan, puede causar efectos cientos de veces peores que la Bomba Atómica que
diezmó Hiroshima. Se me erizó la piel.
Esa noticia me llevó de regreso a Hiroshima y
recordé la desolación que experimenté, mi sentimiento se agravó al saber que
ese horror inenarrable puede repetirse con peores consecuencias.
El punto de desarrollo de la técnica actual nos ha
llevado a ser capaces de arrasar con nuestra propia existencia, frente a ello
se han efectuado algunos progresos para evitar que alguien, con solo oprimir un
botón, pueda acabar con nuestra especie y con todo el planeta. Se puede seguir
trabajando en este sentido, y frente a las amenazas en contrario, continuar con
la firme convicción que podemos ser una generación que viva en Paz y trabajar
para ello. Debemos exigir a nuestros dirigentes firmes medidas en ese sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario