Por: Juan Pablo Gutiérrez Alzate - @elmiquitojpg
Hoy (26 de Mayo) escuché un informe presentado a solicitud del Banco de la República, en el que, palabras más, palabras menos, se afirma que el cacariado asunto de la “Confianza Inversionista” (uno de los tres pilares de la “Doctrina Uribista”), no fue más que un sofisma pues la relación costo-beneficio de las renuncias del Estado (exenciones de impuestos, Zonas Francas, etc.) frente a los beneficios prometidos (Sobre todo generación de empleo) por los beneficiarios de estas exenciones, muestra un desequilibrio ominoso.
Hilando delgadito como a mí me gusta, me acordé del otro pilar de la “Seguridad Democrática”, cuya efectividad está reflejada en las que hoy, eufemísticamente, denominan “Bacrim” haciendo referencia a las hordas de maleantes que quedaron cesantes después de las desmovilizaciones de las AUC, especialmente después de las verdaderas, y que sin saber hacer más que empuñar un arma, tuvieron que reagruparse para hacernos perder la ilusión que todas las generaciones de colombianos vivos tenemos de vivir un día en paz. Al parecer se trató de otro sofisma cuyo objetivo era destinar más del 20% del PIB en Defensa en desmedro de las otras muy urgentes necesidades de la nación, por ejemplo, como hoy salta a la vista, la infraestructura que hubiera prevenido la debacle en la que nos ha sumido la ola invernal.
Y para no dejar los pilares incompletos, le pido a alguien que me explique en qué consistía el otro, el de la tal “Cohesión Social” porque nunca supe qué significaba ni en qué estaba reflejada de las tantas ejecutorias del gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Huelga entonces concluir que el hoy Expresidente es un sofista experto, porque con base en estos tres pilares construyó una imagen incomparable en la política mundial y estuvo a punto de ser re-reelegido si no hubiera sido por el palo en la rueda que la institucionalidad del país, representada en la Corte Constitucional, le metió a esa iniciativa que irresponsablemente nunca descartó.
Visto este panorama, que por no ser ave de mal agüero no denomino desolador, nos enfrentamos a las elecciones regionales de este año y particularmente a la elección del Alcalde de Bogotá, sin dudas el segundo cargo de elección popular más importante del país.
En este proceso electoral destaca particularmente el Exalcalde Enrique Peñalosa, hasta el momento Co-Presidente del Partido Verde, colectividad que en las pasadas elecciones demostró que muchos colombianos queríamos un cambio profundo en las costumbres políticas del país y que con el pegajoso slogan “no todo vale”, contagió a muchos escépticos que se sumaron a la “Ola Verde”. Peñalosa es un gran líder dentro de esa colectividad y un nombre ideal a la hora de pensar en un sucesor de Samuel Moreno.
Debo reconocer que hace mucho tiempo le retiré al expresidente el derecho que le asiste de la presunción de buena fe, para mí Uribe nunca actúa en beneficio público, sino siempre buscando el suyo propio y el del séquito de áulicos que le rodean. Por ello mi primera reacción cuando Álvaro Uribe manifestó públicamente su apoyo a Enrique Peñalosa, en desmedro del candidato que su partido de La U habría de escoger para participar de esta contienda, me pareció sospechoso, a pesar de que en la pasada justa, siendo Presidente, ilegal y vulgarmente, Uribe intervino en la disputa también para favorecer a Peñalosa que en esa ocasión se enfrentaba a Samuel Moreno, quien fue el ganador.
Mi desconfianza en Uribe me llevó hace meses, cuando confirmó que su apoya era para Peñalosa a sospechar que iba detrás de algo más, en ese momento me imaginé una Secretaria de Despacho (sino para él para algún compinche suyo), o a cooptar las contrataciones, como ya lo hizo con los Nule, o alguna otra cosa, y desde entonces supe que el Partido Verde no saldría muy bien librado de todo ese asunto.
Sin embargo nunca me imaginé el quilombo que se iba a armar dentro del Partido Verde una vez Uribe confirmó sus preferencias. Las distintas vertientes del Partido Verde se han enfrentado visceralmente sobre la conveniencia o no del apoyo de Uribe a esta candidatura.
La cosa está grave, tanto que vemos como la Ola Verde se desvanece en la espuma que queda cuando una ola se estrella contra una playa, pues ya vimos a sus máximos líderes agarrados en los medios de comunicación y ya hasta el mismo Peñalosa ha recurrido a la manida práctica (enseñada por @AlvaroUribeVel) de decir que una afirmación suya por medio del Twitter, en la que le pide a Antanas Mockus que no fragmente al partido, no es otra cosa que un ataque a su cuenta (@EnriquePenalosa).
Al ver esta batalla campal en la que se han convertido las toldas del Partido Verde, creo confirmar que mi sospecha no era infundada, Álvaro Uribe Vélez lo ha logrado una vez más, ha impuesto su voluntad y en ese proceso ha acabado con el único partido político que en este momento tiene opción de poder en Colombia distinto al Partido de la U (Del que uno de sus exdirectivos diría que su falta de ideología es ideal porque sirve a cualquier político).
El Partido Verde ha sucumbido a la estrategia de Uribe, quien al ver que el Polo ha causado su propia clausura por los escándalos en los que se han visto envueltos sus militantes en el poder, que el Partido Liberal, Cambio Radical y el Partido Conservador siguen en la “Unidad Nacional” que es el sello de un gobierno sin oposición pero que a su vez se han convertido en opositores del Uribismo, se dio cuenta que el Partido fortalecido por Antanas, Enrique y Lucho era la única opción que le podía hacer mella en una posible contienda, resultado que vemos patente.
Al parecer la mezquindad de Álvaro Uribe Vélez ha triunfado una vez más, porque logró que este partido, tal vez no de oposición ideológica pero sí práctica, se sumiera en un debate infructífero que enfrentara a su cúpula con sus afirmaciones del pasado del “no todo vale”. Eso se le está reclamando al Partido Verde en este debate… No que “no todo vale”, no que el fin no justifica los medios…
En esta realidad la gran perdedora es Bogotá, que si bien no está tan mal como la pintan, tiene en riesgo la elección de un candidato que puede ser un excelente recuperador de la capital del país.
Por eso les ruego: ¡Verdes, no se dejen de Uribe¡