Por: Juan Pablo Gutiérrez Alzate - @elmiquitojpg
Tenía 14 años, estaba en el colegio y las clases fueron suspendidas, exigimos saber qué estaba pasando y nos condujeron a la sala de videos, allí rutilante CNN nos mostraba las horrorosas imágenes de las portentosas Torres Gemelas en llamas, la indescriptible sensación de pánico que se veía en los rostros de los newyorkinos que protagonizaban ese holocausto, y que nosotros, en la seguridad del colegio, veíamos en vivo gracias a la “magia de la televisión”.
Teníamos clase de español y el profesor -Antonio Ma. Cadavid López- nos dijo: ¡El mundo no volverá a ser el mismo!. No se equivocó.
El espanto no cesaba y ante nuestros ojos incrédulos colapsaban las que por un momento fueron las mayores alturas construidas por el hombre, en una bola de polvo horrible que evocaba las películas apocalípticas. El ataque, como recordamos, no se limitó al World Trade Center, también el Pentágono fue impactado por uno de los Aviones secuestrados por los musulmanes fundamentalistas, y también trataron de atacar la Casa Blanca, lo que fue impedido, no por los ejércitos trillonariamente dotados, sino por los valientes pasajeros que dieron su vida por la seguridad de su nación.
El 11 de septiembre de 2001 es una fecha indeleble en la historia de la humanidad, y lo es mucho más porque el horror inenarrable que presenciamos ese martes negro fue la causa, acaso la excusa, para una serie de hechos tan atroces como los que presenciamos, pero sin la espectacularidad de los acaecidos en New York y Washington y sí con el silencio cómplice de medios de comunicación, testigos y protagonistas.
La revancha por esos sucesos no se hizo esperar. Estados Unidos lanzó su campaña de Lucha Frontal contra el terrorismo a nivel mundial, con lo que consiguió una nueva excusa para seguir siendo el “Gendarme del Mundo”. El panorama se volvió de un gran peligrosísmo, todos eran sospechosos, tener un rasgo medio-oriental los convertía en objeto de observación, de persecución, y en sujetos exceptuados de los Derechos Humanos.
De ahí surgieron los excesos de Abu Ghraib, en los que militares norteamericanos demostraron su desprecio por la Dignidad Humana, los abuzos de Guantánamo, prisión sin jurisdicción localizada en la ilsa de Cuba, en la que se recluyeron cientos de personas sin acusaciones formales y otras tantas fueron enjuiciadas sin garantías de ninguna clase por tribunales de Guerra. Los excesos que rayaron con la tortura, reconocidos con desparpajo por el Presidente George Bush, quien también los defendió como una práctica legítima y necesaria, como una muestra del desprecio de los EEUU al DIH.
De la misma política surgieron las invasiones a Iraq y Afganistán, aún en contra de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, en el que EEUU tiene Derecho de Veto, inexplicable hoy como cuando le fue concedido.
En el curso de estas campañas bélicas, que entre otras son culpables, al menos en parte, de la debacle financiera en la cual se vio sumido ese país en 2008, y de la que parece ser víctima nuevamente, se han cometido tal cantidad de exabruptos en contra de personas inocentes en esos países que el cálculo es imposible. Sólo hasta que apareció el héroe-villano Julian Assange con sus WikiLeaks, empezamos a vislumbrar la magnitud de la barbarie.
Sólo por citar un ejemplo, espero no arquetípico de la conducta de las tropas aliadas en Afganistán, uno de los mencionados Leaks reveló que un contingente militar acribilló a varios civiles entre ellos a una anciana y a una menor, y posteriormente solicitaron un bombardeo al lugar de los hechos con el fin de borrar las evidencias de semejante crimen, suceso que se suma a otros hechos conocidos, y seguramente distorsionados, no menos espantososos.
Ese fatídico 11 de septiembre de 2001 murieron cerca de 3.000 personas en medio de los viles ataques talibanes, pero el cálculo de las bajas del bando contrario obliga a afirmar que por cada muerte ocurrida en el 11-S, Estados Unidos, el adalid de la Libertad, ha cobrado al menos 30 vidas más, para un saldo de cerca de cien mil personas muertas, con la ya manida excusa de la lucha frontal contra el terrorismo, sin mencionar los abuzos en los aeropuertos, las desapariciones forzadas no denunciadas, y los tantos hechos que fueran exhibidos como inconexos, pero que tienen cuna en ese martes nefasto, ocasionando, lógicamente, la instauración de círculos viciosos de violencia y venganza, que difícilmente tendrán fin en el futuro próximo.
La ley del talión fue un principio de justicia y de proporcionalidad en la Ley Penal, el “ojo por ojo, diente por diente” pretendía limitar el uso de la fuerza represiva, años después el Padre de la No Violencia "El Mahatma" Ghandi afirmó: “Ojo por ojo y el mundo terminará tuerto”, en este caso el mundo terminó descuartizado.
Yo estaba en esa clase. Qué impacto
ResponderEliminarAun recuerdo las palabras de Obama cuando refiriéndose a los abusos de la guerra contra el terror dijo:"Estados Unidos tiene que recobrar su estatura Moral", ojala no se quede solo en palabras.
ResponderEliminarEstimado Juan Pablo, una aclaración y una reflexión. La aclaración es que la frase que sin duda atribuyes a la madre Teresa, tiene su origen en Gandhi. Y la reflexión es acerca de la pregunta inicial, ¿Horror con horror se paga? ¿ojo por ojo? ¿diente por diente? Jesús nos enseñó a dar amor por odio, bondad por maldad, servicio por insultos, oración por persecución, bendición por falsos testimonios y perdón por salvajismo. Ahora también nos enseñó a luchar por la justicia, por la vida, a vivir sin el temor, a propagar su reino entre nosotros, a provocar desde el amor, la verdad y la vida. Sigamos a la causa de nuestra alegría.
ResponderEliminarUn abrazo, Alfredo José
El colapso de las torres gemelas es un terrible hecho, de ello no cabe la menor duda, pero cuál es la diferencia entre 3.000 en un día y 90.000 en varios años??? (usando las mismas cifras de la nota) la violencia secuencial y consecutiva, la cosificación de una cultura y la destrucción programática. Cuál es la diferencia del vengador al verdugo, si tiene medios iguales. Quien puede conocer la historia si nos llegan a duras penas algunas informaciones sesgadas de solo uno de los bandos, “En la guerra, la verdad es la primera baja.” Churchill.
ResponderEliminar