viernes, 7 de octubre de 2016

Otro Nobel para el País de los Estúpidos


Por: Juan Pablo Gutiérrez-Alzate (@elmiquitojpg)

Decidí guardar silencio después de los resultados del domingo en aras de una pretendida caridad en la que estoy dejando de creer, para no herir ni ofender a nadie. Pero no me aguanto más porque me parece que parte de la caridad es decirle a las personas lo que son, así esto sea malo, para que se convierta en lo que dirían los expertos en calidad: Una Oportunidad de Mejora. 

Así que sí, éste es un país de estúpidos. Estúpidos como yo que apoyamos el SÍ en el plebiscito, y por estúpidos creímos que la “simple” promesa de silenciar los fusiles de las FARC era suficiente para convencer a esta caterva de estúpidos que bien valía la pena tragarse los supuestos sapos del acuerdo. Tan estúpidos que creímos que con la multimillonaria publicidad gubernamental se iba a lograr convencer a la gente de las virtudes de los Acuerdos, y que en efecto eran los mejores a los que se podía llegar. Estúpidos porque albergamos la Esperanza de que éste sería el despertar de una Colombia mejor.

Estúpidos porque le compramos el humo a las firmas encuestadoras, estúpidas también y además delincuentes incapaces de hacer bien su trabajo, porque se dejaron convencer por esos que estúpidamente no tenían los pantalones para decir el verdadero sentido de su voto, pues se sentían tan avergonzados de apoyar el NO, que preferían callarlo para la intimidad cómplice del puesto de votación.   

Estúpidos también nosotros “los académicos”, que convencidos con el post-estructuralismo, creímos que se iba a imponer la idea, ajena a nuestra idiosincrasia, que los conflictos se han de resolver únicamente por la vía negociada. ¡No, estúpidos, acá queremos es plomo!

También es el país de los estúpidos del NO en el plebiscito, los estúpidos del #SíPeroNoAsí.

- ¡¿Entonces cómo, estúpidos?!
- Ah no, nosotros somos tan estúpidos que no somos quienes deben proponer las ideas de cómo “sí”.

Estúpidos muchos, que creyeron las sandeces de esos que no son estúpidos, malévolas sanguijuelas tal vez, pero no estúpidos y que sin empacho alguno, no tuvieron duda alguna en hacer creer a los estúpidos que los iban a expropiar, a desfinanciar, a venezolanizar, a judicializar o a mariquiar.

Estúpidos porque exigían, aupados por los opositores, una renegociación de los Acuerdos (que se ve hoy posible porque parece que las FARC no son tan estúpidas), pues creyeron que los casi cuatro años de negociaciones públicas, fueron una recocha de amigotes en torno a habanos, mojitos, playa, brisa y mar.  

Estúpidos muchos que le comieron al miedo sembrado por esos que estaban era en contra, no por desaprobar los Acuerdos, como se puede deducir de las “propuestas” que han planteado hasta ahora, (estúpidas todas cuando las hay), sino haciendo cálculos para promover las candidaturas para la Presidencia, y en la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente, para ver si por fin, por la vía democrática, le remueven a su fundador y profeta el obstáculo para ser Presidente Vitalicio del país, a pesar de que eso sí nos acercaría más a la Venezuela Totalitaria que legó Hugo Chávez.

Estúpidos como los más de 15 millones de estúpidos que no les dio la mente para pararse a decidir por el sí o por el no. Estúpidos que no comprendieron la relevancia histórica de estos momentos de efervescencia y calor. Estúpidos a los que el país les vale lo que vale un banano en la puerta de una escuela, incapaces de tomar partido, de hacerse oír.

Estúpidos muchos que creen que el Comité del Nobel se puede comprar a cualquier precio, porque estúpidamente creen que todos tienen uno. Y estúpidos también los que creen que Juan Manuel Santos no lo merece porque perdió el plebiscito, porque desconocen que la voluntad de Alfred Nobel es que este galardón se diera para reconocer los esfuerzos, tanto menos que los resultados. Estúpidos los que critican las ansias del Presidente de recibirlo, porque no aceptan que es mejor aspirar al Nobel de la Paz que a la Reelección indefinida. Ojalá que Santos no sea tan estúpido de dejar pasar este respiro, para concretar YA los Acuerdos.  

Y el último, el que de estúpido no tiene ni una cana, es el mayor de todos los redomados fascistas que alberga este país, que miente sin sonrojarse, que manipula sin titubear, que engaña para obtener beneficios particulares cuando en el discurso dice que le preocupa “La Patria”. Ese no es ningún estúpido, al contrario, se aprovecha de la legión de estúpidos que lo idolatran mientras se encarga de seguir destruyendo el país.

Antes del Plebiscito la Paz no era para mí un tema de Santos contra Uribe, lo afirmo con la mano derecha levantada haciendo la Seña Scout, pero después del domingo, y particularmente después de la confesión de Vélez Uribe, dilecto discípulo de Uribe Vélez, sobre la forma delincuencial en la que adelantaron la campaña por el NO, se convirtió en algo más que personal, que concretó mi deseo que la descripción que del infierno hiciera Dante Alighieri fuera cierta, y que el puesto que Álvaro Uribe Vélez tiene asegurado en él corresponda al de la Novena Fosa del Octavo Círculo. 

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